Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari (1887-1963), Xul Solar, dedicó
siete años a la elaboración de su ajedrez reformado o panjuego.
Frente al tablero, con 30 piezas que ingresan cuando él lo decide, cada
contrincante puede componer palabras en la pan-lingua (que el propio Xul inventó),
combinar colores como en un cuadro, escribir un poema, crear acordes musicales,
resolver ecuaciones matemáticas o jugar su destino, "con sólo
mover las piezas de acuerdo a su horóscopo". |
A mi entender, Xul Solar y Macedonio Fernández, unidos ambos
en una misma empresa intelectual, que se cumplió en un mismo
espacio (Buenos Aires) y en un mismo tiempo (el de la revolución
martinfierrista) no han sido tratados aún en su aleccionadora
profundidad, sino en las vistosas exterioridades que sin duda presentaban
el uno y el otro y que se reducen al frívolo terreno de las
anécdotas. En el caso e Xul aún se ignora que su signo
(o sansigno, como decía él en su idioma neocriollo)
fue el de una demiurgia constante o el de un 'Fuego creador' que
lo encendía sin tregua y a cuyo mantenimiento consagró
todos los combustibles de su alma. Lanzar al mundo criaturas nuevas,
ya se tratase de un idioma o un juego, era un 'acto de amor' que
realizaba él para los hombres, a fin de que se comunicaran
en la universalidad de un lenguaje o en el field recreativo
de un tablero de ajedrez. En tal sentido, Xul Solar tuvo el impulso
caritativo de aquel 'buen ladrón' que fue Prometeo.
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El
panjuego, etimológicamente significa el juego total, o el
juego por esencia y excelencia. Muchas veces, al oír las
explicaciones que nos daba Xul en su tentativa de enseñarnos
las reglas de aquel juego increíble, me preguntaba yo qué
metafísica razón lo había lanzado a su empresa
lúdica. Y tuve una respuesta cuando, en el Manava Dharma
Sastra leí lo siguiente: ' Los períodos de los
Manu son innumerables, así como las creaciones y destrucciones
del mundo; y el Ser Supremo las renueva como jugando'. Como jugando:
vale decir que la Creación Divina es un juego, y que Xul,
al crear el suyo, habría imitado al artífice divino,
como buen demiurgo que fue.
Pero
esta primera conclusión mía reclamaba otra: en ese
juego de la existencia universal entramos todos como 'piezas' en
movimiento, y somos alfiles, peones, caballos o reyes. Cada pieza
responde a su destino inalienable, como también lo dice el
Manava Dharma Sastra: 'El Ser Supremo asignó desde
el principio, a cada criatura en particular, un nombre, actos, y
una manera de vivir'. Y concluye más adelante: 'Cuando el
soberano maestro ha destinado a tal o cual ser animado a una ocupación
cualquiera, este ser la desempeña por sí mismo todas
las veces que vuelve al mundo'. El panjuego de Xul propone a todos,
y amorosamente, su imagen o simulacro de la vida; y cada uno puede
jugarlo, como en la vida, según sus propias y determinadas
posibilidades: frente al tablero, el astrólogo moverá
sus planetas, el matemático sus guarismos, el alquimista
sus elementos y el jugador común la tabla cambiante de sus
acciones y reacciones. |
Recuerdo que
una vez, refiriéndose a su invención, Xul Solar me
dijo:
-
Este juego tiene la ventaja de que ninguno pierde y todos ganan
al fin. Y meditando en esa 'felicidad' y esa 'facilidad' que otorgó
él a sus jugadores, me digo ahora y le digo al numen venerable
de Xul:
-
Si tu panjuego estuviera, como sospecho, en analogía con
el jugar divino ¡qué bueno sería comprobar al
fin que todos hemos ganado y ninguno perdido en este ajedrez existencial
a que fuimos lanzados por el Celeste Jugador!
| Cuadernos
de Mr. Crusoe N° 1 (arte, ciencia, ideas) O'Donnell, Mezza y Asociados
S.A. Editores, Buenos Aires, 1967 Revista
abordada en una librería de viejo del barrio de Caballito, B.A.
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